Esa fue una época de descubrimientos. Descubrí que era bastante hábil con la espada. Itárion se mostraba satisfecho con mis progresos, progresos que conseguía junto con su hijo que, desde el momento en que nos conocimos, se convirtió también en instructor pero sobretodo, en amigo.
Fue él quién me enseñó a moverme por el bosque y también fue él quien practicó conmigo la lucha con la espada y quien me hacía avanzar.
También descubrí por qué Itárion me había llevado allí. En realidad, yo era parte de su gente ya que entre aquellas personas, descubrí a mi abuela materna, la madre de mi madre. Así que también descubrí que hay parte de Elfo en mí. Y en ese momento, después de haber compartido tantas cosas con ellos, me sentí la chica más afortunada del mundo por llevar en mi sangre parte de aquella cultura tan extraordinaria y hermosa.
Pero puedo asegurar con una certeza absoluta, que el día más importante de todos los que viví con los elfos, fue el día que cumplí 15 años. Ese día, Itárion me llamó a su casa. Allí estaba también mi abuela (por cierto, una abuela que se veía como una joven de unos 30 años) y una buena representación de las familias con llas que convivía. Se celebró una cena, algo informal donde los jóvenes reímos y los adultos conversaron. Hasta que se hizo el silencio. Todo el mundo tenía su vista fija en Itárion, y éste me hizo un gesto para que me acercara.
- Niyarah, hace ya 6 años que recibimos la bendición de tu compañía. Ha llegado el momento de darte algo que por derecho te pertenece. Tu padre fue un hombre sabio, previsor y cuidadoso. Sabiendo que tu vida peligraba, me pidió que te custodiara en el caso de que no pudiese hacer él mismo. Por amor y respeto a tu familia acepté cuidarte. Pero sólo el tiempo ha conseguido que seas otra hija para mi. Hoy voy a legarte un objeto que perteneció a tus padres, que hemos estado guardando para ti aunque también hemos participado en su mejora. Ten, cógelo y afronta tu destino.
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