CAMBIO DE PLANES

Cuando desperté, me pareció despertar de una horrible y larga ensoñación. El sol de mi tierra me acariciaba la cara y postergué el dulce momento de abrir los ojos. Y cuando lo hice, la realidad vino a mi como una pesada losa sobre mi espalda.
De repente, lo recordé todo con claridad; la misión del Rey, mis compañeros cayendo como moscas a manos de aquellos monstruos, mi hermano cayendo herido de muerte, el Nigromante clavando sus ojos en los míos, en mi alma... y aquel ser hecho de luz...

Me incorporé como impulsada por un resorte buscando a mi hermano. Lo encontré tumbado a mi lado, con una plácida sonrisa en su cara y profundamente dormido. Tenía el hombro vendado y todo parecía indicar que estaba perfectamente.

A lo lejos, vi la figura de nuestro salvador. Su túnica blanca ondeante apenas dejaba apreciar algún contorno de su cuerpo. No podía asegurar si era un hombre o una mujer, o simplemente un ángel. Como si supiera que había despertado, me miró. Me miró y sonrió y una insólita paz se adueñó de mi. Le devolví la sonrisa y me dispuse a acercarme para darle las gracias, pero él se me adelantó y me quedé sentada en la hierba esperándole. Estábamos en un prado con algunos arbolitos pequeños y fuertes que nos proporcionaban algo de sombra.

- Hola pequeña guerrera.- dijo él y su voz era como una caricia de seda, me resultó tan hermosa que casi me creí indigna de escucharla.

- Hola ¿he dormido mucho tiempo? ¿Cómo está mi hermano? ¿Se ha salvado alguien más? - las palabras surgían a borbotones de mi boca, no podía pensar, necesitaba saber, necesitaba sentirme segura.

Una pequeña sonrisa volvió a aflorar en aquel rostro hermoso.

- No tan deprisa Niyarah, primero tienes que descansar, alimentarte y pensar en lo que vas a hacer. Todo a su debido tiempo - y posó su mano en mi cabeza y mi cuerpo se relajó,

Veía a mi hermano dormir plácidamente y aquel bendito ser que simplemente paseaba la mirada por el horizonte y sentí paz.

- ¿Qué ocurrirá ahora?- pregunté, casi más a mí misma que a él, pero se volvió y me miró con ojos compasivos.

- Tienes que marcharte de aquí Niyarah, tienes que buscar tu camino en otras tierras, lejos de aquí. Crecer, hacerte fuerte, sobrevivir y tal vez algún día, tal vez, puedas estar en paz contigo misma y con el mundo que te ha tocado vivir. No muy lejos de aquí hay una ciudad costera. Allí cogerás un barco que te llevará al otro lado del continente. Allí tienes que buscar tu fortuna, viajar, ganarte la vida. Tú todavía eres muy joven para verlo, pero el mundo está cambiando, todo está cambiando. Pero sé que tú te adaptarás y por eso dejaré que te enfrentes a tu futuro sola. Yo sólo puedo llevarte hasta el barco, pero eres tú quien tiene que tomarlo, pequeña guerrera.

Sólo pensar en separarme de aquel ángel me provocó una tristeza y desamparo como no había sentido jamás, y contiendo el llanto, asentí en silencio y esperé...