martes

MAGIA Y ESPADA



Cuando reuní el valor suficiente, me dirigí al centro del poblado, a la casa grande, buscando a mi salvador. No se hallaba en la casa, pero un amable chico, algo mayor que yo que adivinó lo que quería, dijo que también lo buscaba y que seguramente lo encontraríamos en el bosque practicando con la espada. Y allí nos dirigimos.




Hay algo muy hermoso en ver a un experto espadachín practicando con su arma. La precisión de sus movimientos, suaves y rítmicos. La fuerza y el equilibrio. Hasta la respiración parecía centrarse en la espada. A medida que nos acercábamos yo quedaba más fascinada, prendada de aquel arte. Y de lo que, en mi limitada imaginación, se podía conseguir con aquel poder. El daño que yo podría hacer con un arma tan magnífica como aquella.



Todavía nos ocultaba la maleza cuando nos llamó. Yo me sorprendí, pero mi acompañante sonrió. "Siempre igual, tiene un oído demasiado entrenado". Yo me acercaba boquiabierta, había olvidado incluso lo que me había llevado hasta allí y cuando me miró, con esos ojos que atravesaban mi alma y me arrancaban la verdad aunque no pretendiera decirla, tuve que exclamar: "Yo quiero luchar así."



Para mi sorpresa, una gran sonrisa iluminó el rostro de Itárion. Sí, en ese momento me consideró digna de llamarle por su nombre. Qué maravilla verle sonreír, que bonito... Aquel día empecé mi entrenamiento como guerrera junto con el chico que me había llevado hasta allí y que era ni más ni menos que su propio hijo.



Durante los años que siguieron, no hay mucho que contar. La rutina del entrenamiento marcó mis días y mis noches. Viví tranquila, entrené duro, aprendí a vivir como una Elfa, a hablar como una Elfa y a luchar como una guerrera. También aprendí a caminar por el bosque como los Elfos, a seguir pequeños rastros. Pero además descubrí algo bastante curioso. Fue un pequeño momento de lucidez, un recuerdo que se hizo muy presente:



El día que abandoné mi casa de noble, aquella preciosa casa a la sombra del palacio real, cogí el libro de magia con el que mi padre solía instruirme. Quería completar mi formación mágica para ocupar el puesto de mi padre junto al Rey. Pero en el preciso instante en que la espada empezó a ser una prolongación de mi propio brazo, comprendí cuán diferente era la realidad de lo que mi padre me había enseñado realmente. Toda mi magia, todos mis hechizos tenían como finalidad protegerme, sí, pero también mejorar mi cuerpo y mi arma para el combate. Fue un descubrimiento que cambió por completo mi mundo. Mi padre sabía que yo llegaría a esta situación. ¿O no? No lo sabía, aunque cierto tiempo después, algunos hechos me hicieron abrir completamente los ojos a un destino que me había perseguido desde muy pequeña y que mis padres habían sabido leer como si de un libro se tratara.



Allí, en aquellos bosques, con la espada en una mano y mi libro en la otra, descubrí que no era guerrera sin ser maga y viceversa. Mi vida, llena de ambigüedades, me brindaba una más. La más importante de todas y que marcaría mis pasos a partir de entonces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Y todo comenzó...

Hola a todos, me llamo Laura y este blog es un intento de despejar mi mente y darle una perspectiva a esta guerrera llamada Niyarah. Niy...