Se trataba de una armadura de mujer. Un peto, grebas... todo lo necesario para proteger un cuerpo femenino durante un combate. Los grabados y símbolos que la ornamentaban no me eran conocidos en absoluto. Puede que algún día averiguara su procedencia.
Después de varios minutos de estupor, Itárion creyó conveniente completar mi equipamiento y, de detrás de unos baúles, sacó una espada enfundada en una preciosa vaina a juego con la armadura.
- Esta armadura es el legado de tu familia que, dadas tus cualidades mágicas, te va a ser de inestimable ayuda. Potenciará esas habilidades te ayudará a encauzar tu energía mágica para sacarle más provecho. Y esta espada es el legado de esta familia que te ama y te protegerá como a una hija hasta que estés lista para emprender tu propio camino. Pero habrás de tener mucho cuidado cuando escojas tu camino, ya que esta armadura ha provocado muchas envidias y sigue siendo muy codiciada, tan codiciada como para matar por ella...
Comprendí rápidamente a qué se refería mi mentor. Esta armadura causó la muerte de mis padres, pero no causaría la mía. Con esta armadura consumaría mi venganza...
Como si me leyera el pensamiento Itárion me dijo: No tengas prisa hija mía, tienes todavía un largo camino que recorrer antes de ser tan fuerte como para que se te pase por la cabeza la idea de matarle.
Y aunque ya habían dejado de sorprenderme las habilidades de Itárion para saber qué pretendía yo, me sentí molesta y ansiosa por demostrar que estaba preparada. Así que una idea empezó a hacerse un hueco en mis pensamientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario